Consiste en “incorporar a los productos un conjunto de emociones o recuerdos, que hagan sentir al cliente una experiencia irrepetible que hará́ que el valor percibido del servicio o producto aumente, dándole un carácter único y diferenciador”.
Fuente: PINE, J., & GILMORE, J. H. (1999). La economía de la experiencia, Barcelona: Granica.